Recuerdos del pasado

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Aún recuerdo cómo cambió mi vida en 5 segundos y se extendió por los años de sumisión y culpabilidad que me atribuyeron injustamente.

Estaba en el baño encerrado hablando por teléfono con un chico que era de Talavera, nunca le llegué a conocer porque sólo era un teléfono de esos de contactar con personas porque no tenía ordenador pero si supiera esa persona lo que ocurrió cuando colgué. Mi hermana empezó a llamar a la puerta para que saliera y bajó las escaleras corriendo para decirle a mi madre de que estaba hablando con alguien y no abría la puerta, vivía en un adosado de 3 plantas y yo estaba en la segunda. Entonces empecé a escuchar voces que me llamaban de forma violenta y sentí miedo porque no sabía qué podía decir. Bajé

tembloroso, medio ahogado con mi propia saliva, las primeras palabras que recibí fueron «siéntate ahí» y yo me senté. En mi interior tenía algo que decir, la verdad, pero me daba miedo decirlo, no sabía cómo reaccionarían. Mi madre me miró con una ira descontrolada que me dejó acabado y muerto en el acto, mi padre estaba al lado de ella cuando empezó el interrogatorio, aunque más que interrogatorio me preguntó directamente si vendía drogas o estaba metido en algo de eso, supongo que lo preguntó porque tenía 17 años. Me quedé pensativo con muchas ganas de decir la verdad, intentando llenarme de valentía porque entre lo que me preguntaba y cuál era mi verdad distaba mucho. Entonces me atreví y le dije soy bisexual, sus ojos envueltos en ira se llenaron de lágrimas contenidas, su boca empezó a temblar y como un rayo vino hacia mí y sus frágiles y pequeñas manos se volvieron acero en cada centímetro de mi cuerpo. Empecé a llorar descontroladamente porque pensaba que era mejor decir mi orientación sexual que era la más pura verdad que había en la Tierra a inventarme que estaba metido en drogas, algunas veces pienso que en ese momento hubiera sido mejor. Me levanté de la silla, después de haber aguantado golpe tras golpe, intenté subir las escaleras para ir a mi habitación pero me cogió de la camiseta y me devolvió escaleras abajo mientras seguía pegándome, luego intenté huir saliendo por la puerta mientras recibía golpes en mi espalda, conseguí abrir la puerta y luego la otra, cuando me giré mientras corría no me di cuenta de que fue corriendo detrás de mí y cuando ya la tenía encima me dio un puñetazo en la espalda y me dijo «entra en casa maricón de mierda» y yo entré obligado por ella dentro. Una vez de vuelta al salón pude ver la misma cara atónita de mi padre que no dijo nada y ni se movió entonces me dirigí a la mesa para sentarme en una silla y seguir llorando, ya que no había parado en ningún momento. Mi madre se sentó en el sillón junto a mi padre y siguió diciéndome «llora puta, sigue llorando», y con más intensidad lloraba sin poder ni levantar la cabeza. Luego ya llegó la hora de irse a dormir a la habitación que compartía con mi hermano que tiene 9 años menos que yo. Me empezó a preguntar si eso era verdad y yo le dije que no se que no quiero saber nada de lo que acaba de pasar.  Según pasaban los días cada vez que se acordaba me volvía a decir cosas horribles de las que no quiero ni acordarme o me volvía a pegar. Viví 6 años de amargura y sumisión porque me autoculpaba de todo hasta de cosas que no tenían que ver con el asunto y lo achacaba a mi orientación. Mi hermana una vez se emborrachó y para que no la dijeran nada se la ocurrió decir, porque el tema era muy reciente, que lo había hecho porque no asimilaba lo que había dicho y otra vez recibí gritos, insultos y golpes. Por esa época tenía un «amigo» que una vez durmió en la cama de mi hermano porque venía de Talavera para salir por Toledo, ya que no tenía amigos ahí. Y cuando mi madre se enteró de lo que él era en verdad empezó a decir que como se me ocurre poner a dormir a una persona así en la cama de mi hermano. Mucho tiempo viví encerrado en mi habitación porque no me atrevía a cruzarme con ella por la casa. Sólo salía a trabajar con mi padre, con el cuál tampoco hablamos del tema nunca ni me preguntó, y cuando había que comer, hasta que volvimos a Talavera de la Reina. Allí tampoco tenía amigos ya, porque es muy difícil mantener amigos cuando tus padres se mudan cada año de sitio, los que tenía ya estaban a otras cosas y un tiempo estuve sólo. Intenté escaparme de mis padres y reunirme con el chico que durmió en la cama de mi hermano, tres días estuve en su casa, y cuando me encontraron me obligaron mi madre y una tía mía a que les diera el teléfono de él así que accedí. Cuando él cogió el teléfono le llamaron de maricón para arriba incluso le amenazaron y todo, a día de hoy no sé nada de él, si le viera seguro que no le hablaría por vergüenza porque ese chico sabía lo que me había pasado y vivió todo el proceso desde el principio y fue muy duro y no se merecía nada de lo que le dijeron. A continuación volvió a pegarme. Con el paso del tiempo llegué a un punto en el que había perdido la esencia de quién era yo y me dediqué a no llevarla la contraria nunca, a todo la decía que sí incluso mis pensamientos eran acordes con lo que sabía que ella iba a decir o cómo reaccionaría. Y ya dejé de ser yo. En la calle nunca he tenido problemas por mi orientación sólo con ella. Mi hermano una vez después de muchos años se acordó de que mi madre mientras planchaba me estaba pegando Pero analizando este suceso me dolió más el porqué de la reacción, que cada golpe que me dio.

Con el pasar de los años conocí a alguien que dentro de su extrema sinceridad me hizo ver que yo no era así, lo amo demasiado por muchos motivos pero por el cuál empecé con él fue porque supo ver más allá de la persona en la que me había convertido y supo que así no era yo. Ahora vivo en Madrid alejado de todo aquello, nos casamos en un acto de amor y le dedicaré toda mi vida a él.

Angelo.

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